Duele crecer, a veces.

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Al tener un hijo entras a un universo donde todo es impredecible y sobre todo las emociones, este fin de semana me tocó lidiar con eso.

Todos deben haber pasado desilusiones en la vida, yo ni hablar, de todas maneras hasta el día de hoy me toca pero lo que no imaginé nunca era tener la desilusión por otra desilusión que no era mía.

Hace unos días invitaron a Jonathan a una matinee, era el viernes y yo trabajaba hasta las 8:30 así que hable con su papá para que se adelantara llevándolo. Jonathan estuvo animado en ir y bueno ademas de sus primos en la fiesta vería a dos compañeras con las que estudió en Inicial de 4 años, pues resulta que llegó y las niñas no lo recordaban, así de simple y así de ggrrrr (para mí), ya les cuento.

Cuando llegué lo vi sentado y nada animado la verdad, le dijo a su papá que era por otro motivo. Pasó un rato y entonces intente animarlo para que fuera a jugar con una de sus compañeras y me dijo, sin mirarme: Ella no se acuerda de mi . Hasta ahora recuerdo su carita y de veras en ese momento quise agarrar a mi hijo y salir corriendo se los juro, verlo afectado por algo así me tomó por sorpresa y no tenia idea de que hacer. Su papá luego me confesó que sintió las mismas ganas de llevárselo pero ambos simplemente nos quedamos, pero ¿Habría servido distraerlo? No lo sé, en cambio solo dejamos que pase ese momento.

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¿Como puede alguien no recordarte hijo? ¿A ti? Tú que recuerdas a todos, que recuerdas los lugares y hasta cosas que yo misma olvido. Que ingrata es la vida ¿no?

Un día alguien me dijo que los niños recuerdan mas las cosas a partir de los 5 años, no se si sea cierto (prometo averiguarlo) pero por un rato esa ha sido mi excusa y eso mi cerebro lo entiende claro, pero mi corazón no, y duele.

Dolió ver que ante eso que lo desilusionaba yo no podía hacer absolutamente nada, dolió verlo solito lidiando con ese sentimiento, dolió verlo triste porque Dios sabe que daríamos la vida entera por nuestros hijos, porque nada los toque, porque nada los hiera, porque nada los haga derramar una lagrima.

Pero eso es imposible, hay y habrá cosas que no podre suavizar para él. Nos toca y nos va a tocar, me va a tocar verlo triste algunas veces en la vida (ruego no sean muchas) porque así es, porque así toca, porque así también aprendemos y eso si que me consta.

Pero ¿saben que? Lo vi crecer y hacerse fuerte, entendí también que tenia que vivir ese momento porque pude verlo como un rato después estaba que ya no se quería ir, lo vi sonreír de nuevo y bromear conmigo. Vi a mi hijo ser él mismo, superar un mal rato sin que yo tuviera o pudiera hacer nada salvo estar ahí, a su lado.

Y así paso este fin de semana con ese nudo en el pecho, pero que pasa.

Al final de todo solo puedo sentirme orgullosa de mi hijo, del niño que es, de su sensibilidad, esa que a veces duele pero que es lo que admiro en todas las personas, pero sobre todo de su capacidad de superar las cosas, los malos ratos y ser el niño fuerte que es.

Hemos aprendido los tres, hemos crecido los tres y crecer también duele a veces.

 

 

 

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